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RebobinART: la lucha por la libertad del arte callejero

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Muy cerca del Parque del Fórum de Barcelona, allí donde la avenida Diagonal pierde su nombre y el río Besos, su curso, se levantan cuatro humildes muros que contrastan con la sobriedad de los edificios vecinos. Sprays y pinturas dan vida a unas paredes que han dejado atrás la parquedad en favor de graffitis y murales, en un estallido de color que cuenta con una particularidad: son legales, en una ciudad, Barcelona, que restringe, persigue y castiga el arte callejero.

Ús festival Street Art Barcelona (Edu Bayer)La legalidad de las pinturas que se exhiben en estas paredes se debe al incansable trabajo de RebobinART, una asociación que lucha por la liberación de espacios públicos para que los artistas callejeros puedan realizar sus obras sin tener que actuar al margen de la ley. Una labor convertida en necesidad desde la entrada en vigor en 2006 de las nuevas ordenanzas cívicas, que endurecieron la prohibición de todo tipo de graffiti o pintada sobre cualquier elemento del espacio público de Barcelona, con la consecuente aplicación de multas de hasta 3.000 euros en sus infracciones más graves. Las nuevas normativas provocaron la huida de algunos artistas y la proliferación de los tags o firmas más sencillas, un acto que, por su rapidez, permite al autor pintar en segundos sin ser avistado.

La escasez de muros en los que poder actuar llevó a los responsables de RebobinART a idear el proyecto Persianas Libres, una plataforma que invitaba a los comercios locales a ceder sus persianas a artistas con el objetivo de renovar los espacios públicos, revitalizar los barrios e huir de la homogeneización de decorados y fachadas.

El éxito fue tal que, en su segundo día de vida, a mediados de 2010, la iniciativa ya contaba con el apoyo de 1.500 comercios, según datos de RebobinART. La respuesta del ayuntamiento fue prohibir las actuaciones de los artistas y aplicar de forma aún más estricta las ordenanzas municipales para multar también a los comercios que cedieran sus persianas, un elemento que, al formar parte de las fachadas, se ven afectadas por las normas de la vía pública.

Persianas Libres murió, pero no la terquedad de una asociación que lucha por la protección del talento local, la democratización del arte y la revitalización de los espacios urbanos. “Empezamos a luchar porque existía una necesidad: la falta de espacios para los artistas. Nacimos como respuesta a una prohibición y encontrar trabas te ayuda a ser mejor, a ser más imaginativo”, explica a arttroop Marc Garcia, director de RebobinART.

Ús festival Street Art Barcelona (Edu Bayer)Es así como Persianas Libres evolucionó en lo que hoy es la base de sus actuaciones, Muros Libres, un proyecto con el que esta asociación busca implicar no sólo a artistas, sino al mismo ayuntamiento, a los distritos, a las asociaciones de vecinos e incluso a escuelas e institutos con el objetivo de encontrar espacios que se conviertan en puntos de encuentro de la creatividad del barrio.

Todo empieza con la detección del muro de interés. A partir de ahí, RebobinART se lo comunica a las asociaciones de vecinos, a las escuelas más cercanas y al distrito, al que convence para que les ceda la gestión del espacio, al mismo tiempo que convierte a todas las entidades en partícipes de su actuación. Con el valor que supone el tener a toda la comunidad implicada, RebobinART urge al ayuntamiento a aprobar licencias para poder actuar en la vía pública, en permisos de actuación similares a los permisos de obra.

Así, hoy, gracias a esta asociación, pintar en Barcelona es tan sencillo como acceder a su plataforma digital y pedir espacio en uno de los muros que gestionan. Las ilustraciones tienen una duración limitada para dar cabida al mayor número de artistas y para favorecer el dinamismo en el barrio. “Al principio me decían que no, que era imposible, que nunca obtendría los permisos”, recuerda Garcia, que a base de esfuerzo y diálogo fue ganándose la confianza de entidades sociales y públicas y hasta se hizo con el premio BDigital 2012 a la Innovación Digital. “Llevamos años abriendo puertas, convenciendo a guardias urbanos, a oficiales de parques y jardines y a responsables de la limpieza. Hemos provocado un cambio”, concluye el director de RebobinART.

En esa tarea, se torna vital su trabajo en las escuelas. “Llevamos a cabo un trabajo de reflexión entorno al espacio público y su relación con el arte. Fomentamos el debate sobre las prohibiciones y sanciones, por un lado, y sobre las buenas prácticas cuando intervenimos en la calle”, detalla Roger Pous, responsable del área de pedagogía de RebobinART. “Defendemos el arte urbano como dinamizador natural del espacio público y como fuente de reflexión y crítica transformadora”, añade Pous, que asegura que su recibimiento en las escuelas siempre es positivo y que la experiencia global que tienen los jóvenes es enriquecedora para todos.

9968989936_504a1d8b96_oRebobinART realiza talleres en primaria (5º y 6º) y secundaria (hasta 3º de ESO), aunque cuando intervienen en un muro de una escuela intentan que participen todos los alumnos del centro. “Animamos a los más jóvenes a participar, siempre por vías legales o consensuadas, en la creación artística en la ciudad; explicamos la historia del arte urbano, desde los inicios con el graffiti hasta la complejidad y riqueza actuales; y fomentamos el gusto por el arte urbano elaborado, en detrimento de los tags más invasivos”, concluye Pous. “El problema es que no podemos enseñar a los jóvenes a actuar en la calle si no hay muros legales en Barcelona, ya que entonces vamos a crear una generación de frustrados”, alerta, por su lado, el director de RebobinART.

La filosofía de esta asociación es recuperar espacios públicos abandonados y usarlos de forma temporal y artística, un hecho que mejora el barrio porque le da una actividad a un espacio visual al que tiene acceso un público muy amplio y heterogéneo. Al mismo tiempo, buscan que todos los artistas, incluso aquellos que suelen actuar de forma individual y al margen de la comunidad, se impliquen en un movimiento social, asuman responsabilidades e interactúen con la ciudad. “También queremos fomentar que los artistas lancen mensajes, que se atrevan a aportar algo más que sus firmas. Nunca les diremos qué deben pintar, pero esperamos que no se pierda el espíritu crítico tan propio del arte urbano”, asegura Garcia.

Pinche aquí para ver el vídeo

 

 

RebobinART ya cuenta con seis muros en tres zonas distintas de Barcelona y sigue luchando para llevar a cabo estos y más proyectos, con la mente puesta en la arquitectura participativa, pero conscientes de la necesidad de obtener mayores recursos económicos. El 15 de enero de 2013, la ciudad de Toronto (Canadá) aprobó la aplicación de un impuesto sobre la publicidad en espacios públicos, cuyo importe sirve para financiar el arte urbano. Las dinámicas de Barcelona y Toronto son muy distintas, pero asociaciones como RebobinART no pierden la esperanza de que el esfuerzo que llevan a cabo sirva para cambiar mentalidades.

Un reportaje de Dani Triadó. Fotografías cortesía de RebobinArt.

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